En la tarde de ayer, autoridades civiles, militares y de nuestra comuna participaron en el Te Deum por Fiestas Patrias realizado en nuestra parroquia, encabezado por nuestro párroco, presbítero Jorge Romero.

En el inicio de su homilia, el padre Jorge pidió un aplauso por dos hitos recientes, a nivel nacional y local: el haber concluido un proceso nacional en armonía, paz y concorcia, en referencia al plebiscito, como un hito nacional y el desfile realizado en nuestra ciudad, muy bien organizado y logrado, en homenaje a nuestra patria, en el plano local. Para estos hitos, pidió un aplauso de la concurrencia, en homenaje a nuestra nación.

Luego, en la homilía, el párroco citó la Palabra de Dios, “en un hecho particularmente crítico al inicio de la conformación del pueblo de Israel tomada del libro del Exodo cap. 32:

“Entonces el Señor habló a Moisés: Desciende pronto, porque tu pueblo, que sacaste de la tierra de Egipto, se ha corrompido.  Bien pronto se han desviado del camino que yo les mandé. Se han hecho un becerro de fundición y lo han adorado, le han ofrecido sacrificios y han dicho: «Este es tu dios, Israel, que te ha sacado de la tierra de Egipto».  Y el Señor dijo a Moisés: He visto a este pueblo, y he aquí, es pueblo de dura cerviz.  Ahora pues, déjame, para que se encienda mi ira contra ellos y los consuma; mas de ti yo haré una gran nación”.

El pueblo de Israel fue constituido un solo pueblo, proveniente de varias comunidades originarias, dejando sus antiguas tradiciones y costumbres para asumir lo que Dios, desde Abraham les invitó a asumir. Así es, Abraham reconoció que él y su familia vagaban por el mundo religioso sin encontrar verdad, hasta que el mismo Dios lo llamó y le prometió ser padre de muchedumbres. “Serás pueblo de mi propiedad”

El párrafo anterior, relativo a Moisés nos narra que este pueblo en un momento de su historia, perdió el rumbo, abandonó al Dios verdadero, para rendirse ante un becerro de metal precioso, hechura de manos humanas. ¿Es esto sólo alegórico o simbólico? ¿Es posible que un pueblo pierda su vocación que lo llama a la unidad y a la cohesión? La respuesta es sí. Hoy los becerros de oro tienen otros nombres, también son creación humana, y tan humanos son, que quieren alejarnos de Dios en aras de constituir un pueblo “libre y soberano”.

Permítanme recordar la célebre enseñanza del gran Papa Juan Pablo II: “Una sociedad que construye su historia sin Dios, termina volviéndose contra el hombre”.

Si analizamos bien el corazón del Evangelio de Jesucristo, daremos cuenta que él forma personas muy arraigadas en las cosas humanas, pero con el corazón puesto en las cosas que no perecen. Entonces, cuando un cristiano logra plenitud de vida evangélica, consecuentemente será un mejor ciudadano, un mejor líder, un mejor padre y madre de familia, un mejor hijo, un mejor servidor público.    Queridas autoridades aquí presentes: no le tengan miedo al evangelio de Jesucristo. Búsquenlo a él, y él hará de ustedes auténticos servidores de este pueblo que peregrina en Quilpué.

Sigamos el ejemplo de los forjadores de esta patria. Desde los comienzos Dios y la Virgen han estado en los cimientos de nuestro querido Chile. Sólo recuerdo algunos momentos históricos de ello:

En 1817 los generales José de San Martín y Bernardo O ́Higgins se acogen a la Virgen del Carmen como Patrona, jurándole fidelidad, ellos, y todos los oficiales y las tropas del ejército Libertador.

Posteriormente el pueblo entero junto a las autoridades civiles, religiosas y militares, se reunieron el 14 de marzo de 1818 en la Catedral de Santiago e hicieron un juramento que tuvo su fruto en la Batalla de Maipú, el 5 de abril de 1818. El General Bernardo O ́Higgins

puso la primera piedra del que sería el Templo Votivo de Maipú, actualmente Santuario nacional.

El segundo gran momento de devoción nacional a la Patrona fue durante la Guerra del Pacífico, donde se destaca el hecho que Arturo Prat, al instante de morir en la rada de Iquique, llevaba puesto el Escapulario del Carmen al igual que toda su tripulación.

Luego de la Guerra del Pacífico, el pueblo de Chile solicita oficialmente a la Santa Sede la proclamación de la Virgen del Carmen como Reina y Patrona de Chile y luego su coronación, lo cual se obtiene en 1923 gracias al decreto Vaticano emitido por el Papa Pío XI.

Queridos hermanos todos. “Chile tiene vocación de entendimiento y no de enfrentamiento”. No habrá constitución política perfecta si se margina el valor religioso de la persona y la vida humana. Ello está a la base de todas las culturas, incluso las más ancestrales.

Los católicos y cristianos sí queremos a Dios en nuestras leyes. Sí queremos a Dios en las escuelas, en el hogar, en la salud, en la administración pública y en la economía. Sí queremos a Dios en la justicia y el Derecho. Sí queremos a Dios en la vida política y en la cultura. Sí queremos a Dios en las calles, y en el arte. Ello nos permitirá desplegar todas las capacidades vitales en beneficio de todos, especialmente de los más desvalidos y vulnerables.

En esto queremos prestar nuestro servicio cristiano con la mayor claridad y sin ambigüedades: procuraremos ser fieles al designio original de Dios sobre la vocación del hombre y la mujer llamados a usar, proteger y multiplicar los bienes creados por Dios. Del mismo modo, les llamamos a todos a seguir construyendo una gran nación de hermanos, donde cada uno tenga pan, respeto y alegría.

Virgen del Carmen Reina de Chile, Salva a tu pueblo que clama a ti“, finalizó el párroco.

Junto a la ceremonia eucarística se realizó el tradicional esquinazo en la plazoleta parroquial, con la participaci´ón de las autoridades, que bailaron lucidos pies de cueca.