Homilía Misa de Te Deum 2015
Homilía Misa de Te Deum 2015
19 Septiembre, 2015 Los comentarios están deshabilitados en Homilía Misa de Te Deum 2015HOMILÍA MISA TE DEUM DE LA CIUDAD DE QUILPUE
15 DE SEPTIEMBRE DE 2015 – 19.00 HRS. FIESTAS PATRIAS
Lecturas:
Isaías 32, 15-18
Salmo 84 Ant. “Dios anuncia la paz a su pueblo”
Evangelio: Mateo 5, 1-12
Apreciadas autoridades invitadas,
Hermanos que nos escuchan a través de la Radio Stella Maris,
Hermanos y hermanas en el Señor:
Una vez más nos reunimos para adorar y alabar al Dios de la historia y de la creación, por lo que ha ido haciendo con nuestro pueblo, un caminar a semejanza del pueblo de Israel quien peregrinó desde la esclavitud hacia la libertad, hacia la tierra prometida. Ese camino no estuvo exento de dificultades, de desesperanza, pues era un pueblo “duro de cerviz”, que se postraba ante ídolos humanos. ¡Cuán actual puede ser esa situación!, ya que Chile experimenta también hoy situaciones de conflicto que nos hacen pensar y preguntarnos: ¿Hacia dónde queremos caminar?, ¿En qué suelo queremos construir?.
Hemos escuchado el bello texto que recoge el conocido Sermón de la montaña: “Dichosos los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos”… (Cf. Mt. 5) Es Jesús quien a semejanza de Moisés le entrega a los suyos su programa de vida, al modo de los 10 mandamientos de la antigüedad, hoy el Señor da un nuevo énfasis a esa ley de amor. Es el programa de los que quieren ser sus discípulos, semejantes a Él, de los que buscan la santidad de vida, de los que trabajan por la paz, de los misericordiosos.
Chile tiene hoy una bella oportunidad de volver a las fuentes de su nacimiento como nación, como país libre y soberano, que acoge a todos y a cuya mesa todos participen. Pero, esto no se puede lograr si no es asumiendo lo que es verdaderamente bueno para el hombre y la humanidad. Recordemos la expresión de san Juan Pablo II: “Una sociedad que se construye sin Dios, termina volviéndose contra el hombre”. Es válida la pregunta hoy: ¿Qué concepto de hombre es el que nos sustenta?, ¿Está llamado el hombre a autodeterminarse?, ¿Somos acaso los propios referentes de lo que es bueno y es malo?
Permítanme referirme brevemente a las primeras páginas del Génesis que narra los acontecimientos iniciales de la creación y la humanidad. Se describe la acción omnipotente de Dios como Creador de todo y por supuesto de la raza humana. Este hombre decide apartarse de Dios y de su proyecto, se esconde, tiene miedo, ¿dónde estás? pregunta Dios. Se suceden una serie de acontecimientos que rompen la armonía y la fraternidad, el hombre experimenta la vergüenza, se culpan unos a otros, ha extendido su mano sobre el árbol del bien y del mal. Dios decide poner un ángel guardián sobre el otro árbol, el árbol de la vida: “no sea que también quiera extender su mano sobre él”. (Cf. Gn. 3, 22.24)
Reflexionemos en torno a esto. ¿No es acaso lo que queremos hacer?, ¿Creemos que esto nos convertirá en una nación más moderna y desarrollada? ¡Chile!, ¡Reflexiona! No se construye verdadera libertad asesinando a tus hijos, a los más indefensos. Te glorías de ser inclusivo, pero quieres discriminar por el origen y por la condición. ¡Qué contradicción más vital!.
¡Cuántas veces hemos hablado y discutido de los derechos humanos!, muchas de ellas desde la ideología. ¿Cuándo comenzaremos a hablar de los derechos de Dios y los deberes humanos? Dios tiene el derecho a ser adorado, respetado, escuchado. Y el hombre tiene el deber de respetar la vida que Dios le ha otorgado, el deber de practicar la justicia, el deber de ser misericordioso, fraterno, puro. ¡Qué distinta sería una sociedad si viviéramos esto! Experimentaríamos la alegría del deber cumplido.
No podemos desatender la voz de Dios que habla en el corazón de la persona, en la Escritura, en los profetas actuales. El Papa Francisco ha insistido mucho en erradicar la economía de la exclusión que mide por la producción y no atiende a la dignidad de la persona en sí misma, nos ha llamado a cultivar una espiritualidad siempre más misionera, que vaya a las periferias, que levante al herido, que sane las llagas de los actuales leprosos. En este sentido, los que nos decimos cristianos tenemos una grave responsabilidad. Todos, laicos y pastores, constructores de la sociedad y vecinos en general. Jesucristo se ha identificado con el prójimo, el que está a su lado: “tuve hambre y me diste de comer, tuve sed y me diste de beber, estuve enfermo y en la cárcel y me fuiste a visitar”… (Cf Mt 25, 35) Es la traducción social del evangelio, de esto nos preguntarán al final de nuestros días: “¿Dónde está tu hermano?”(Cf Gn 4, 9). ¿Qué responderemos?
De nuestras decisiones hoy, otros gozarán o padecerán aquello. Estamos en situación de construir historia, la historia de Chile se sigue escribiendo, tal como en otro tiempo se escribió con sangre de héroes y mártires. Esta época llena de cambios, pone en nuestra mano, en las manos de los jóvenes muchas posibilidades. Construyamos un país que tiene vocación de diálogo, superemos nuestras diferencias ideológicas, miremos al otro como hermano, no como competidor, como enemigo, construyamos confianza, restauremos la confianza, en la persona, en las instituciones.
Para esto, contamos con un gran potencial humano, de recursos, de proyectos. Pero nada será eficaz si no construimos participando. ¡Fuera la indiferencia!, ¡fuera la violencia!, ¡fuera una sociedad sin Dios! Los cristianos hemos de seguir e imitar a Jesucristo, el mismo ayer, hoy y siempre. Debemos sentirnos felices al trabajar por la paz, pues como consigna el final del evangelio de hoy: “ellos se llamarán los hijos de Dios”
A Jesucristo el Señor, ante quien toda rodilla ha de doblarse, muerto, resucitado y vive para siempre, sea el honor, el poder y la gloria por los siglos de los siglos. Amén