Homilía de despedida del Pbro Jorge Romero, como párroco de nuestra parroquia

Homilía de despedida del Pbro Jorge Romero, como párroco de nuestra parroquia

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Les compartimos a continuación el texto completo de la homilía que ofreció el presbítero Jorge Romero Salinas, el pasado 15 de agosto, durante su última misa como párroco de nuestra parroquia, antes de asumir su nuevo desafío pastoral, con párroco de la Parroquia Sagrado Corazón de Jesús de Cerro Barón, Vaparaíso.

El texto es el siguiente:

“En el día de la Asunción de María al cielo me dirijo a Uds. para despedirme, pues como es sabido me han solicitado asumir otras responsabilidades pastorales en la ciudad de Valparaíso como párroco de la parroquia Sagrado Corazón del cerro Barón y como capellán de la Universidad Católica de Valparaíso, de la cual he sido alumno y profesor.

Las razones de este traslado responden únicamente a estos motivos y a ningún otro, según conversación sostenida con el Sr Obispo en el mes de marzo de este mismo año.

Deseo contarles el inicio de esta historia. Corría marzo del año 2013 cuando recibí la visita del Sr Obispo Mons. Duarte quien me comunicaba su decisión y me solicitaba asumir esta parroquia al año siguiente, es decir, el 2014, pues se iba a producir un cambio de párroco luego de 30 años de permanencia del anterior.

Grande fue mi estupor pues se trataba de una importante misión la cual se enmarcaría dentro de un contexto muy complejo a nivel nacional y particularmente con lo que estaba sucediendo en esta parroquia. Sabía que no iba a ser fácil y así fue al menos los tres primeros años. El abuso de conciencia y de conductas delictivas de algunos sacerdotes sacudía la conciencia de todos, pues difícil era creer algo de semejante envergadura, cuando las apariencias dictaban otra cosa. Finalmente, la sentencia llegó desde la Santa Sede y ella se debía cumplir.

Ese fue el escenario en el cual asumí la conducción de esta parroquia. División interna, desencanto, deserción pastoral, crítica desmesurada, etc. Yo rezaba con el salmista: “¿De dónde me vendrá el auxilio?” y la respuesta fue siempre: “el auxilio me viene del Señor”.

¡Cómo no recordar esa navidad del año 2014 en la que, la presencia maternal de María nos consolaba y animaba a seguir! Su imagen traslúcida quedó registrada en esta fotografía que se tomó desde un video y que brotó desde la vidriera superior del sector del coro en la parte de atrás y Uds. aprecian aquí en un formato mediano. Esa fue la respuesta esperada. No estábamos solos, el Señor y su Madre estaban aquí. Sólo quedaba seguir adelante.

A esta altura de la vida hemos tenido que hacer un proceso personal de perdonar y pedir perdón.

Así es, perdonar a todos los que se restaron del trabajo pastoral, a los que nos calumniaron, a aquellos que sólo criticaban de modo anónimo, a los que nos traicionaron, en fin, a todos ellos de corazón y en el amor de Dios, ya los hemos perdonado.

Y también pedir perdón, cuando no pudimos responder a todos los requerimientos pastorales, de estar siempre presente en todos las reuniones o circunstancias. Considérenlo sólo debilidad de nuestra naturaleza humana y jamás mala intención.

Es el momento también de la gratitud. Tantas celebraciones hermosas que tuvimos, tantos sacramentos celebrados, tanta adoración al Santísimo y oraciones diversas, tantas procesiones, vigilias, retiros y jornadas, reuniones grupales, pastorales, de acción caritativa y promoción social. En fin, nos hacen sentir que la Iglesia del Señor es importante para una comunidad como esta. ¡Qué alegría provoca una pastoral social tan activa como la que tenemos! Atendiendo a los más necesitados semanalmente, también la perseverancia que han tenido los grupos de manualidades, la ayuda fraterna en general. Es la caridad de Cristo que nos urge a trabajar.

Gracias a todos los que participaban de las eucaristías, a todos los agentes pastorales, a cada una de las siete capillas, a los acólitos, a los coros, a la catequesis, a la pastoral familiar, al área litúrgica que con tanto esmero preparaban las celebraciones, a los ministros de la eucaristía y lectores, a los movimientos de vida y espiritualidad; al área de comunicaciones que durante la pandemia sacrificaron su tiempo e incluso su salud para llevarles a Uds. las celebraciones desde el templo; al personal contratado: secretarias, guardias, sacristanas, personal de la casa. Al personal del cementerio y policlínico parroquial que, con tanta caridad acogen a la gente en situaciones de dolor. A todos y cada uno de ustedes, muchas gracias por el cariño y responsabilidad puestos en su trabajo laboral y pastoral.

Mención especial de gratitud debo hacer al equipo pastoral con quienes discerníamos la voluntad de Dios para la parroquia, a los diáconos, religiosas y matrimonios que lo conformaban. Gracias por estar siempre disponibles para el bien de la comunidad.

Gracias a los sacerdotes colaboradores de estos años: P. Carlos Suárez, mi eterna gratitud por su servicio tan dedicado y leal. P. José Luis Cancino, gracias por su testimonio y cercanía fraterna. Gracias a los sacerdotes Fabián Martínez, Fernando Macías y Diego Pedraza que con tanta solicitud colaboraron en este período.

Del mismo modo, gracias a diversas instituciones sociales que siempre apoyaron la labor pastoral: a la notaría Swett, a la cámara de comercio de Quilpué, cruz roja, círculo Manuel Rodríguez, Bomberos, Carabineros, colegios, en fin, a todos muchas gracias.

Gracias también a mi familia, a mi madre, mis hermanos, mi sobrino y cuñada, a mi primo Róbinson y familia que siempre me apoyaron en todo. Muchas gracias a todos Uds.

Me voy feliz, pues entrego una parroquia más reconciliada, más alegre, más sana, con espacios donde se puede vivir la fe sin miedo y con libertad, una parroquia más fraterna y solidaria con los más pobres, una parroquia que incorporó más decididamente a la mujer en las tareas eclesiales, una parroquia más mariana y eucarística, donde se adora al Señor y se venera a su madre.

Que la Santísima Virgen asunta al cielo en cuerpo y alma, nos siga sosteniendo en el camino y peregrinación de la fe, hasta que todos nos encontremos en la casa del Padre donde hay una habitación para cada uno. Que Nuestra Señora del Rosario, patrona de esta parroquia consiga del Señor la gracia que cada uno necesita.

Muchas gracias a todos y que Dios les bendiga”.

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