Solemne Te Deum 2016 en Quilpué revivió tradiciones

Solemne Te Deum 2016  en Quilpué revivió tradiciones

Solemne Te Deum 2016 en Quilpué revivió tradiciones

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Autoridades provinciales y locales, junto a representantes y delegaciones de diversas instituciones, asistieron al Te Deum 2016 de Oración y Acción de Gracias por Chile, que se realizó esta tarde en la Parroquia Nuestra Señora del Rosario de Quilpué.

A la ceremonia eucarística, oficiada por el párroco de la comuna, presbítero Jorge Romero, asistieron el Gobernador Provincial de Marga Marga, Cristián Cárdenas; el alcalde de Quilpué, Mauricio Viñambres; concejales, autoridades del Ejército; Carabineros, Investigaciones, Bomberos, Cruz Roja, entidades civiles y estudiantes de la ciudad.

HOMILIA
Uno de los momentos más importantes de esta Eucaristía lo constituyó la Homilia preparada por el padre Romero, la que tuvo un marcado acento en el sentido social y en el compromiso cívico de las autoridades, lo que coincide con los próximos comicios municipales.

A continuación, reproducimos en texto la homilía ofrecida por el presbítero Romero en esta solemne ceremonia.

“Hermanos y hermanas en el Señor.
Fieles que nos siguen a través de la radio.
Autoridades invitadas, voluntariados, ciudadanos todos.

Hoy nos congrega un único objetivo en este lugar de oración y adoración del Dios vivo y Señor de la historia: alabar y bendecir al Dios de la misericordia que se ha mostrado rico en piedad con su pueblo. Así es, se ha mostrado rico en piedad, pues tenemos mérito suficiente para que Él quiera implantar justicia contra un pueblo que se esmera en caminar contra sus designios y no atender a su ley de amor. Es la exhortación que hiciera el apóstol Pablo a los cristianos de Galacia en la primera lectura, que desatendieron la Palabra del Señor y hubo entre ellos, divisiones, riñas, vida desenfrenada, haciendo mal uso de su libertad. Pablo les vuelve a recordar la única ley que dejó el Señor: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Todos hemos experimentado esta contradicción interna y vital: ¿Por qué no hacemos el bien que quisiéramos, mas, hacemos el mal que detestamos? La respuesta la da el mismo Pablo: los frutos del Espíritu son amor, paz, alegría, bondad, etc. Es decir, no basta una adecuada planificación de nuestros proyectos o una nueva Constitución política o más leyes positivas; se requiere el cambio de vida, el cambio de mentalidad. Los que se adecúan al mundo y a sus criterios, terminan sucumbiendo ante él. Ante esto alertó san Pablo tempranamente, para que los cristianos fueran los primeros en vivir las palabras de Jesús: “mi reino no es de este mundo”.

Hoy vivimos una crucial situación que nos ubica como pueblo de Chile ante decisiones que marcarán la vida de muchas generaciones. Hemos hablado bastante de los llamados derechos humanos. Pero casi nunca hemos hablado de los derechos de Dios. Nos hemos preguntado alguna vez, si Dios tiene derechos? Si del ser humano decimos que tiene derechos connaturales, de su esencia misma, no podríamos decir los mismo de la naturaleza de Dios? Pienso que sí. Dios tiene derecho a ser adorado y reconocido como único Señor, como el Dios de la vida verdadera, como el origen y fin de ella, como el que tiene en su mano las llaves del cielo y del abismo. Sobre esto me gustaría ahondar más en una próxima ocasión.

Quisiera detenerme un momento en la propuesta del Evangelio de hoy, que se refiere a los deberes humanos. Efectivamente, los deberes que surgen de nuestra vida social, de las relaciones interpersonales, de nuestra relación con Dios.

El evangelio decía: “cuando des un banquete invita a los pobres, lisiados, cojos y ciegos, y serás bienaventurado porque no pueden pagarte…”

Existe un deber social que brota de nuestra capacidad de organizarnos como una sociedad civilizada, es la de construir juntos un mundo más fraterno y solidario, de preocuparnos del más desposeído e indefenso, del no nacido como prototipo del ser humano dependiente y necesitado de amor y protección. Es tan importante replantear el concepto de persona que estamos acuñando, pues se trata del fundamento de toda organización. Es nuestro deber como constructores de una sociedad, pensar cuáles son los valores más radicales del ser humano para no atentar contra ellos, aludiendo contradictoriamente que luchamos por su defensa. Tenemos un deber de solidaridad que brota de la condición humana por sí misma. En este sentido, los cristianos tenemos el gran deber de no renunciar a construir la sociedad que soñamos. Eso se logra con la participación ciudadana, con el deseo de impregnar las estructuras sociales con los criterios del Evangelio. Eso es la traducción social del mensaje del Señor, es la parábola de la levadura en la masa. Los invito y llamo a todos a participar, es decir, tomar parte en la sociedad que queremos, no podemos ni debemos quedarnos a la orilla del camino, viendo como otros construyen o destruyen. Esa ha de ser nuestro compromiso para estas nuevas fiestas patrias que celebramos.

También las autoridades tienen deberes que cumplir, los cuales brotan de la delicada tarea que asumen al momento de ser elegidos. Ellos no pueden olvidar cómo llegaron al servicio que prestan. Son la expresión soberana de la mayoría. El evangelio también nos proponía lo siguiente: “Cuando te conviden a una boda, no te sientes en el puesto principal, no sea que hayan convidado a otro de más categoría que tú, y venga el que los convidó a los dos y te diga: cédele el puesto a este. Entonces, avergonzado, irás a ocupar el último puesto”. La vocación de servicio brota del que entiende que en sus manos ha sido depositado un gran poder, pero un poder para servir y no para servirse de él. ¡Qué distinta sería la sociedad hoy si todas las autoridades recordasen que son servidores! El mismo Jesús se ha definido como el que sirve y está en medio nuestro lavándonos los pies. Su mandato hoy sigue muy vigente: hagan entre ustedes lo mismo.

Hermanos todos, los invito a anunciar al mundo y a nuestra patria la belleza del evangelio. A transmitir al Dios de la misericordia especialmente en este año al cual nos ha llamado el Papa Francisco. A no descansar por construir una patria libre del pecado y de ideologías contrarias a la naturaleza humana como por ejemplo la ideología de género. A gozarnos en nuestra condición de criaturas de Dios y aún más, sabernos hijos suyos. Nos podrán quitar muchas cosas, la clase de religión, el uso de signos religiosos como ocurre ahora en otros países, pero no podrán quitarnos la alegría de saber que Dios dará a los que sean fieles hasta la muerte, la corona de la vida.

A Jesucristo que ha dado la vida por nosotros para tener vida eterna, al Padre de las misericordias que nos abraza cada vez que volvemos a Él y al Espíritu Santo Señor y dador de vida, todo honor y gloria por los siglos de los siglos, Amén.”

PADRE NUESTRO EN MAPUDUNGUM

Luego de la Homilia, prosiguiendo con la Misa, vino la Oración Universal a cargo del seminarista César Flores, rogando por las autoridaes y el pueblo.
Una nota singular en esta Eucaristía la puso la oración del Padre Nuestro, en lengua Mapudungun, a cargo de uno representante de la etnia Mapuche.
Tras la communion , y la oración final, el coro Magnificat entonó, junto a todos los asistentes, el Himno Nacional, en una versión solemne y emotiva.

Posterior a la bendición, el párroco invitó a los abanderados de colegios y organizaciones presentes a abandoner el templo, junto a las autoridades asistentes, para dirigirse a la plazoleta de la parroquia, donde se ofreció un esquinazo en honor a las Fiestas Patrias, por parte de los grupos folclóricos de la comuna presentes en el Te Deum.

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