Es un sacramento de la unión de un hombre y una mujer en Cristo, dándose el uno al otro mediante la ofrenda de sus propias vidas, y uniéndose a la ofrenda de Cristo por su Iglesia.
Los esposos reciben el Espíritu Santo, y este es el sello de la alianza de los esposos, quienes formaran la Iglesia domestica con sus hijos, aquí es donde se ejercita el sacerdocio bautismal, siendo padre de familia, madre y formando a nuestros hijos en la fe y en el amor que posteriormente se traduce en obras.
Esta Iglesia domestica es fuente primera del aprendizaje del amor, es a su vez, reflejo y anticipo de esa realidad futura, la plena comunión con Dios y con todos su hijos, es la dimensión Eucarística del Matrimonio.
La gracia recibida en el sacramento del matrimonio, ayuda al hombre y a la mujer a crecer en el amor. El amor es divino porque proviene de Dios y Dios nos une y, mediante este proceso unificador, nos transforma en uno solo, en un nosotros, que supera nuestras divisiones nos convierte.